martes, 24 de agosto de 2010

Pedro Arturo Estrada, ¿Hablemos de la envidia?

Por Rocío L’Amar

Dicen que la envidia es la madre del resentimiento, un sentimiento que no busca que a uno le vaya mejor sino que al otro le vaya peor. Asimismo, ese sentimiento también implica desagrado por no tener algo y, además de eso, el afán de poseer ese algo. Sin embargo, generalmente, lo envidiado no es un sujeto sino un objeto material o intelectual. Pero cualquiera sea el caso, la envidia es un sentimiento que nunca produce nada positivo en el que lo padece sino una insalvable amargura.

Alcance psicológico

Una de las peculiaridades de la actuación envidiosa es que necesariamente se disfraza o se oculta, y no sólo ante terceros, sino también ante sí mismo. La forma de ocultación más usual es la negación: se niega ante los demás y ante uno mismo sentir envidia.

La envidia revela una deficiencia de la persona, del ser envidioso, que no está dispuesto a admitir. Si el envidioso estuviera dispuesto a saber de sí, a reconocerse, asumiría ante los demás y ante sí mismo sus carencias.

La dependencia unidireccional del envidioso respecto del envidiado persiste aún cuando el envidiado haya dejado de existir. Y esta circunstancia –la inexistencia empírica del sujeto envidiado y la persistencia, no obstante, de la envidia respecto de él-descubre el verdadero objeto de la envidia, que no es el bien que posee el envidiado, sino el sujeto que lo posee.

El envidioso acude para el ataque a aspectos difícilmente comprobables de la privacidad del envidiado, que contribuirían, de aceptarse, a decrecer la positividad de la imagen que los demás tienen de él (el envidioso tiende a hacerse pasar por el mejor «informado», advirtiendo a veces que «aún sabe más»). Pero adonde realmente dirige el envidioso sus intentos de demolición es a la imagen que los demás, menos informados que él, o más ingenuos, se han construido sobre bases equivocadas.

¿Cómo conseguirlo? Mediante la difamación, originariamente disfamación. En efecto, la fama es el resultado de la imagen. La fama por antonomasia es «buena fama», «buen nombre», «crédito». La difamación es el proceso mediante el cual se logra desacreditar gravemente la buena fama de una persona.

Ahora vemos dónde está realmente el verdadero objeto de la envidia. No en el bien que el otro posee, sino en el (modo de) ser del envidiado, que le capacita para el logro de ese bien.

El envidioso es un hombre carente de (algún o algunos) atributos y, por lo tanto, sin los signos diferenciales del envidiado. Sabemos de qué carece el envidioso a partir de aquello que envidia en el otro. Pero, además, en este discurso destaca la tácita e implícita aseveración de que el atributo que el envidiado posee lo debiera poseer él, y, es más, puede declarar que incluso lo posee, pero que, injustificadamente «no se le reconoce». Ésta es la razón por la que el discurso envidioso es permanentemente crítico o incluso hipercrítico sobre el envidiado, y remite siempre a sí mismo. Aquel a quien podríamos denominar «el perfecto envidioso» construye un discurso razonado, bien estructurado, pleno de observaciones negativas que hay que reconocer muchas veces como exactas.

No sólo el sujeto envidioso es inicialmente deficiente en aquello que el envidiado posee, sino que el enquistamiento de la envidia, es decir, la dependencia del envidioso respecto del envidiado perpetúa y agrava esa deficiencia. Decía Vives: «Con razón han afirmado algunos que la envidia es una cosa muy justa porque lleva consigo el suplicio que merece el envidioso».

Una de las invalideces del envidioso es su singular inhibición para la espontaneidad creadora. Ya es de por sí bastante inhibidor crear en y por la competitividad, por la emulación. La verdadera creación, que es siempre, y, por definición, original, surge de uno mismo, cualesquiera sean las fuentes de las que cada cual se nutra. No en función de algo o de alguien que no sea uno mismo. Pues, en el caso de que no sea así, se hace para y por el otro, no por sí. Todo sujeto, en tanto construcción singular e irrepetible, es original, siempre y cuando no se empeñe en ser como otro: una forma de plagio de identidad que conduce a la simulación y al bloqueo de la originalidad.

El tratamiento eficaz de la envidia cree verlo el que la padece en la destrucción del envidiado (si pudiera llegaría incluso a la destrucción física), para lo cual teje un discurso constante e interminable sobre las negatividades del envidiado. Es uno de los costos de la envidia, un auténtico despilfarro, porque rara vez el discurso del envidioso llega a ser útil, y con frecuencia el pretendido efecto perlocucionario –la descalificación de la imagen del envidiado- resulta un fracaso total.

La envidia ha sido frecuentemente tema literario

Dante Alighieri en el poema de El Purgatorio, define la envidia como "Amor por los propios bienes pervertido al deseo de privar a otros de los suyos." El castigo para los envidiosos es el de cerrar sus ojos y coserlos, porque habían recibido placer al ver a otros caer.

En la edad media el famoso cazador de brujas, el cardenal Peter Beasbal, le atribuyó a la envidia el demonio llamado Leviatán, un demonio marino y que era sólo controlado por Dios.

Bertrand Russell sostenía que la envidia es una de las más potentes causas de infelicidad. Siendo universal, es el más desafortunado aspecto de la naturaleza humana, porque aquel que envidia no sólo sucumbe a la infelicidad que le produce su envidia, sino que además alimenta el deseo de producir el mal a otros.

José Antonio Marina sostiene cierta nomenclatura afectiva en su obra "El laberinto sentimental", en la que divide los fenómenos afectivos en: afecto, sensaciones de dolor placer, deseos y sentimientos, subdividiendo éstos en cuatro grupos según su intensidad como: estados sentimentales, emociones y pasiones. Este último grupo, las pasiones, son definidas como "sentimientos intensos, vehementes, tendenciales, con un influjo poderoso sobre el individuo". Sería en este grupo en el que la envidia quedaría configurada.

El relato de Caín y Abel que aparece en el Génesis de la Biblia.

Miguel de Unamuno afirmaba que era el rasgo de carácter más propio de los españoles y escribió para ejemplificarlo su novela Abel Sánchez, en que el verdadero protagonista, que significativamente no da título a la obra, ansioso de hacer el bien por la humanidad, sólo recibe desprecio y falta de afecto por ello, mientras que el falso protagonista, que sí da título a la obra, recibe todo tipo de recompensas y afecto por lo que no ha hecho.

Cómo prevenir la envidia

La envidia es consecuencia de dos procesos psicológicos necesarios para el desarrollo de los seres humanos: el deseo y la comparación. Para prevenir la envidia no se pueden suprimir dichos procesos, sino que deben controlarse sus efectos. Para que los dos procesos mencionados produzcan una envidia sana, conviene desarrollar habilidades que ayuden a comprender lo que se siente y por qué se siente; convertir el malestar emocional producido por la envidia en un motor para conseguir lo que uno desea tener, y controlar la hostilidad que dicha situación puede generar, evitando que deteriore las relaciones con los demás. La envidia es incompatible con la empatía, que desempeña un papel importante en el desarrollo de la comprensión de uno mismo y de los otros. Para prevenir la envidia es importante tratar de estimular la empatía y, a través de ella, la capacidad para ponerse en el lugar del otro. La envidia se produce siempre en situaciones que son vividas como una amenaza. Por eso, para prevenirla es preciso favorecer la confianza básica en uno mismo y en los demás, desarrollar expectativas y modelos positivos sobre las relaciones sociales, y adquirir habilidades para responder a la tensión emocional. Características que comienzan a desarrollarse desde la primera infancia. Uno de los mejores remedios contra la envidia es aprender a afrontar dichas situaciones con optimismo, centrando la atención en los aspectos positivos de la realidad. La envidia se produce casi siempre hacia personas que ocupan posiciones próximas, en relaciones que se esperan de igualdad, pero que se convierten en relaciones de desigualdad (asimétricas), en las que se ocupa una posición inferior que no se acepta. Por eso, para prevenir la envidia es preciso establecer desde la infancia relaciones adecuadas con los iguales. Para prevenir la envidia se debe aprender a relativizar las diferencias sociales y adquirir habilidades para elegir adecuadamente con quién, cómo y cuándo compararse, para evitar que dicha comparación tenga un efecto destructivo. (Extracto de “Que es la Envidia...Una enfermedad...? de Beatriz Farah)

Frases sobre la envidia

La envidia en los hombres muestra cuán desdichados se sienten, y su constante atención a lo que hacen o dejan de hacer los demás, muestra cuánto se aburren.
(Arthur Schopenhauer)

Castiga a los que tienen envidia haciéndoles bien.
(Proverbio árabe)

La envidia va tan flaca y amarilla porque muerde y no come.
(Francisco de Quevedo)

En cuanto nace la virtud, nace contra ella la envidia, y antes perderá el cuerpo su sombra que la virtud su envidia.
(Leonardo Da Vinci)

La envidia es mil veces más terrible que el hambre, porque es hambre espiritual.
(Miguel de Unamuno)

El silencio del envidioso está lleno de ruidos.
(Khalil Gibran)

El tema de la envidia es muy español. Los españoles siempre están pensando en la envidia. Para decir que algo es bueno dicen: "Es envidiable".
(Jorge Luis Borges)

El envidioso puede morir, pero la envidia nunca.
(Molière)

La envidia, el más mezquino de los vicios, se arrastra por el suelo como una serpiente.
(Ovidio)

Blanco de envidias

Si se mira retrospectivamente el recorrido de la envidia, celos, entre escritores/ poetas, ha abarcado casi la totalidad de la historia literaria, desde diversas perspectivas, que no es otra cosa que su concepción y todo lo que se desprende de ello, un rompecabezas con todas sus piezas. Sin embargo, consciente de este atolladero, se necesita primero ubicar los pliegues y desplegarlos con esa habilidad de observar su atuendo su indumentaria, porque esto no es una cuestión de intuición sino de reflexión.

La envidia, la encontramos en todos los campos donde asiste el hombre y la mujer, es decir, en cualquier actividad literaria, educativa, crítica literaria, filosofía, sociología, entre otras, manifiesta su antagonismo, confrontaciones, ese deseo potencialmente provocador, aunque esto no significa que en sí misma sea mala, si fuese sana, si los deseos no fueran fijados permanentemente en una especie de obsesión o manía, con sus matices y formas, que hacen ver al/la otro/a como rival como objeto codiciado/a.

Alguien dijo -digo porque no recuerdo su nombre- que la forma en que concibe e interpreta el mundo el ser humano es a partir de su convivencia con otros miembros de la comunidad en pos de un bien común, aunque existen quienes imitan al otro para obtener la misma cosa que él o ella tienen. Se imitan y adoptan valores, se imitan y adoptan acciones, se imitan y adoptan perfiles o rasgos peculiares de otra persona, se imitan y adoptan corrientes literarias y conjuntos de ideas y estilos que son propios de cada creador/a, se imitan y adoptan inclinaciones y prácticas bajo el amparo del arte. Entonces el riesgo vendría a ser no percibir el disfraz de la envidia, en esta suerte de onda expansiva abierta a páginas literarias en internet.

Un cuento para pensar

Asesinato en el Circo

Eran gemelos idénticos y habían nacido en un circo, fruto del amor de una pareja de trapecistas.

La vida de uno de ellos giraba alrededor de ese mágico escenario de arena y había logrado fama como payaso. El otro era el exitoso propietario del circo.

Desde niños, como un juego, acordaron reemplazarse mutuamente en sus roles y nunca alguno había notado la diferencia. No obstante, no reinaba el amor entre ellos sino la envidia, y aunque ambos a su manera eran famosos, ese maligno sentimiento había logrado oscurecer sus corazones.

Una fría y oscura noche de invierno, después de la función, cuando todos estaban entregados al reposo, una filosa hoja de cuchillo brilló a la luz de la luna. El certero impacto, cercenó el corazón de uno de los hermanos que descansaba confiado.

El otro no lloró en el funeral, pero en el fondo de sus ojos se podía ver una sombra.

El crimen nunca se esclareció y tampoco nunca se supo con certeza, quien de los dos había muerto.
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¿Qué papel juega la envidia en las relaciones interpersonales para el éxito o fracaso de sus vínculos?

Interesante asunto. Materia o idea sobre la que vamos a conversar en esta ocasión. Razón por la cual hemos invitado a Pedro Arturo Estrada, poeta colombiano. Sin duda será una experiencia en término de aprendizaje conocer las opiniones que sugiere la entrevista para un tema que no sólo provoca conflicto, sino, como un fantasma -la envidia-, actúa secretamente violando derechos humanos, intelectuales y otros, en su propio beneficio. La palabra envidia procede del vocablo latino 'invidere', que significa "mirar con malos ojos". Sin embargo, nosotros hemos mirado con buenos ojos la sensación de admiración que sentimos por Pedro Arturo Estrada para invitarlo a conocer sus pensamientos, razonamientos y reflexiones sociales y culturales para tratar de conseguir una dirección a nuestro objetivo. Que no es un propósito hostil una insidia ni nada que suponga connotaciones negativas ni enjuiciamientos. En suma, extender, ensanchar y difundir, a través de este oficio de escribir, uno de los pecados capitales.

1- La envidia, este sentimiento tan antiguo y tan común es uno de los más difíciles de ser eliminado, y que más ha causado sufrimiento a la humanidad. Qué piensa usted, Pedro Arturo Estrada, de esta percepción?

La envidia es el “pesar por el bien ajeno” dice la sabiduría, pero creo que es connatural al ser humano desde siempre. Como el deseo, como el amor, el odio, el miedo. Todos ellos causales de desdichas sinfín. Sentimientos, emociones que conforman para bien o para mal nuestra condición. Que la envidia según la Biblia, haya provocado el primer asesinato, y sea el origen secreto de las guerras, de los odios más profundos, no debería sorprendernos tanto ya. Estamos maduros para aceptar eso, para saber cómo contrarrestarlo e incluso empezar a exorcizarlo dentro del ámbito de nuestras relaciones. Porque la envidia es algo infantil, algo propio de la inmadurez, incluso de la imbecilidad sino mental por lo menos moral. Porque hay imbéciles morales también. Uno diría que se trata de un sentimiento opuesto a la admiración, pero en el fondo, creo que es también una forma que tiene la inferioridad de reconocerse ante lo valioso, ante el mérito ajeno. De ahí el peligro de la zalamería, del elogio gratuito, de la hipócrita admiración que suele darse, a veces, con un exceso empalagoso. “No me admires tanto, no me quieras tanto, no me encumbres tanto” tendrían que decir muchas personas hoy en día para defenderse. La peor envidia es aquella que se oculta tras el disfraz de la cortesía, de la amistad por conveniencia, del amor calculado.

2-"La envidia tortura a quien la tiene, calienta el corazón, seca las carnes, fatiga el entendimiento, roba la paz de consciencia, hace tristes los días de la vida y aleja del alma el contentamiento y la alegría". Cómo definiría usted la envidia?

Me parece curioso que esos síntomas de la envidia coincidan con los del amor contrariado. Es casi una descripción quevediana de la celotipia. La envidia es una hermana de sangre del amor; es la tía criticona, solterona y amargada del amor. El envidioso, un enamorado al revés.

3- Los autores clásicos están de acuerdo en afirmar que los envidiosos están condenados a odiar de forma inextinguible, pues el odio provocado por la ira se apacigua fácilmente mediante la reparación, pero el odio nacido de la envidia no se amansa ni admite un pedido de disculpas. Le pregunto, en qué ámbitos piensa usted que la envidia se desarrolla con más fuerza?

En todos los ámbitos: sociales, profesionales, religiosos, artísticos…y diría incluso que hasta en los ámbitos celestes. Recordemos la caída luceferina del paraíso. La rebelión de los ángeles cantada por Milton. La envidia nos abrió las puertas del infierno, de la muerte, podríamos decir.

4- Se le compara, la envidia, a un cáncer silencioso o a una úlcera afectiva que corroe la convivencia y quita la paz. Cuál es su metáfora?

Se me viene a la cabeza la metáfora de Quevedo: “La envidia es flaca y amarilla porque sólo puede morder pero no come”. Es eso. Un animal que nos devora interiormente, un fuego helado que congela el corazón mientras el objeto de la envidia se erige triunfal ante los ojos. Una rabia impotente, oscura y silenciosa que ahoga el alma; un desangre subterráneo del ser bajo el esplendor del día; un envenenamiento secreto del espíritu por la luz que le penetra dolorosamente desde afuera. Dependencia, frustración, deseo masoquista de allegarse al agua que acrecentará la sed. El envidioso desea desposeer del bien que cree merecer para sí al poseedor legítimo, pero también desea destruir al poseedor, tomando su lugar. El envidioso se cree incluso víctima de una injusticia que urge ser reparada.

5- Antístenes, decía que "la envidia consume al envidioso como el óxido al hierro". Ovidio, en su obra Metamorfosis, nos presenta la envidia como una divinidad terrible y venenosa, despreciada y odiada por los mismos dioses. Hay alguna otra tesis de algún escritor que le interese compartir con nosotros respecto al tema?

Todo se ha dicho ya suficientemente sobre esto, me imagino. Es un tanto redundante agregar más frases rimbombantes al respecto y sólo es útil, acaso, alejarnos un tanto de las admoniciones huecas, bien intencionadas, al estilo de lo manuales de “autoayuda” tan en boga. Mejor es reconocernos desde una perspectiva menos idealizada incluso, de nuestros méritos. Bajarle un poco a la vanidad del ego, y hasta creer que en el fondo los envidiosos hacen parte del “equilibrio ecológico”. Porque el cielo está lleno de globos de fantasía y la naturaleza suele proveerse, como niña traviesa, de buenos alfileres. En el fondo lo que pienso es que debemos sobrellevar estas cosas de la envidia con menos pesadumbre y sí con más humor. El antídoto contra la envidia es la risa.

6- Conviene recordar que, en la actualidad, la envidia ha sido objeto de constantes debates y palestras, especialmente en los medios artísticos. Piensa usted que es un atavismo una carga un endoso que viene con el ser humano, a propósito de Caín y Abel, y que tiene como escenario el ámbito de la cultura, entre otros?

La cultura, entendida como un producto y una expresión de la vida social tiene por fuerza que estar entretejida por sentimientos y emociones de todas las especies, las más nobles y las más viles también. No podría concebirse una cultura netamente “pura”, “santa”, “inocente”, eso es sumamente peligroso como lo ha demostrado sangrientamente la historia de las utopías religiosas y políticas. Lo que le da espesor, vigor, interés, fuerza, variedad, legitimidad, identidad y belleza a la cultura y sus expresiones, es precisamente esa amalgama de sustancias, ese entrecruzamiento de materias imprevisibles. Y todo es atávico, hasta el deseo de perfección y de belleza.

7- Aunque sabemos que nada puede saberse con certeza, sin embargo las contiendas exageradas entre poetas son conocidas,... estoy pensando en mis compatriotas Pablo Neruda y sus rivalidades con Vicente Huidobro, Pablo de Rokha, y otros, especialmente, por el genio y calidad de sus poesías. En su país se han dado estos debates por el sitial de la poesía que defienden a brazo partido los poetas?

Es inevitable en todos los países y épocas la “guerra entre poetas”, como decía Gombrowicz. No hay una batalla más enconada, incansable y malévola a lo largo de los siglos. Recordemos la animadversión entre Lope y Cervantes o la guerra de las vanguardias de ayer y de hoy en casi todas las disciplinas. En Colombia las envidias, los resentimientos, las críticas más acerbas nunca han faltado entre los diferentes grupos. El festival de poesía de Medellín, por ejemplo, suscita toda clase de ataques incluso por cuenta de los mismos poetas que alguna vez han participado de él. Las diferencias ideológicas priman sobre las posiciones estéticas, el insulto personal, la calumnia entre unos y otros son el pan cotidiano. Pocas veces la crítica se ocupa de las obras en sí mismas. En cambio son las descalificaciones ad hominem lo que se estila.

8- Cree usted que pueda darse la amistad entre los cibernautas? Existen los amigos virtuales?

No soy tan optimista. En la red todo está por definirse aún. Hay de todo y para todos, pero cada vez más se distorsiona la palabra real, se pierde el sentido de la proporción, la armonía del lenguaje personal, básico, poético, sincero. Todo tiende a volverse un territorio de nadie, muy funcional, muy efímero y mecánico para mi gusto, donde lo estandarizado, lo anónimo es ley.

Sin embargo, podría ser que unos cuantos alcancen a establecer en medio de esa extraterritorialidad, unos nexos excepcionales. No lo descarto.

9- En este universo de discursos y de actos artísticos, - familiarizado ya con estos modelos-, cómo reconoce usted lo filantrópico que ofrecen los diferentes blogs de poesía en internet?

Es un esfuerzo bello, un intento por salvar precisamente esa palabra personal, como reservorios de la memoria, del sentimiento. Los blogs sin embargo, están siendo sustituidos por el twitter y el chat discontinuo y fugaz, donde la instantaneidad fragmenta el discurso coherente, impide el pensamiento, la reflexión profunda y sostenida. Creo que antes de precipitarnos a la robotización absoluta del pensamiento teledirigido, somos los poetas, los filósofos, los últimos mohicanos de la cultura tal como hasta ahora ha sido entendida.

10- Por otra parte, no existen opiniones parejas que nos lleven a un certero pensamiento sobre poesía, sin embargo me gustaría saber cuál es la génesis, su principio, el germen, su embrión literario, lo que lo “condena” a escribir?

Sólo la necesidad de encontrar en el lenguaje mi propia explicación de la vida que vivo, del mundo que fatal o milagrosamente me ha correspondido asumir. Esa constatación no se aferra únicamente a lo que trato de “escribir”, obviamente, sino, sobre todo, a lo que trato de “leer y comprender” en el infinito texto que el arte, la historia, la naturaleza, el pensamiento y la literatura humanas me ha ofrecido desde aquella mañana de mi infancia en un pueblito perdido entre montañas cuando descubrí los libros luego de escuchar los cuentos de la abuela y de mis padres.

11- En qué pie cree usted que está la poesía en su país?

Con excepción de unas pocas voces realmente originales, como la de Aurelio Arturo, fallecido en los años 70; José Manuel Arango, fallecido en 2002; Rogelio Echavarría, Álvaro Mutis, Giovanni Quessep, Jaime Jaramillo Escobar, Juan Manuel Roca, Darío Jaramillo Agudelo, Piedad Bonnett, entre otros, la voz de la poesía colombiana ha sido un tanto monofónica durante años…Pero ya está sintonizándose con la gran polifonía de América y del mundo hace buen rato.

12- Finalmente, le dejo el espacio abierto para que exhiba su corazón en esta entrevista.

SE LLAMA POESÍA

Homenaje a Aldo Pellegrini

Se llama poesía todo aquello que cierra la puerta a los imbéciles, sí.
Todo aquello que abre, en cambio,
la visión y el secreto del mundo a los inocentes,
a aquellos que lo apuestan todo a nada,
los que no guardan, no se cuidan, no acechan,
no calculan y sin embargo están siempre a punto de encontrar
como por casualidad incluso el amor, la muerte, la vida misma.
Se llama poesía todo aquello que tira los pies
tras lo imposible. Lo que revela el otro lado de las cosas,
lo que canta al final del desastre sin motivo alguno.
Lo que te avienta inclemente fuera de tu ser
o invade en silencio —marea extraña—
el interior hasta ahogarte los ojos.
Se llama poesía todo aquello que estalla de golpe en la palabra,
sin aviso y sin lógica. Lo que no puede explicarse
propiamente a los listos, a los que siempre tienen la razón.
Se llama poesía todo aquello que vuelve luego del exilio,
la derrota, los miedos. La luz que un día retorna a los cuartos cerrados
de la vieja memoria; la antigua, recuperada simplicidad de los días.
El viento que reaviva una llama en la noche. Lo que nos sobrevive,
lo que siempre nos queda más acá de la herida, la pérdida más honda,
como una última, callada, oculta fortaleza.

***

* (Del libro: Oscura edad y otros poemas, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, 2006)
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Biografía

Pedro Arturo Estrada Z. - Girardota (Ant.), Colombia, 1956. Poeta, narrador, ensayista y coordinador de talleres literarios. Ha publicado: Poemas en blanco y negro (Ed.Universidad de Antioquia, 1994), Fatum (Colección Autores Antioqueños, 2000), Oscura edad y otros poemas (Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, 2006) y Suma del tiempo (Universidad Externado de Colombia y Revista El Malpensante, Bogotá, 2009).

Premio de Poesía Ciro Mendía en 2004 y Luciano Pulgar en 2007.

Colaborador de distintas revistas de poesía y periódicos del país así como de diversos eventos y encuentros como el Festival Internacional de Poesía de Medellín. Sus textos han aparecido en algunas antologías nacionales y del exterior. Poemas de Otra/parte es su libro próximo a publicar, donde recoge nuevos poemas y textos que habían quedado por fuera de sus publicaciones anteriores.

De su poesía escribió José Manuel Arango: “Sus poemas son los de alguien que ha vivido una experiencia, de la que uno siente que vuelve con algún desencanto; alguien que ha dejado atrás, para decirlo con un bello verso suyo, ‘el sueño mal soñado de la juventud’, y ahora busca saber ‘qué de verdad nos pertenece/ qué de verdad hemos perdido’. Amarga a trechos, su poesía se orienta sin embargo hacia el misterio, como si tratara de descifrar ‘la aritmética exacta de la muerte’ pero también ‘los signos que Dios escribe / en los dormitorios penumbrosos’”.

Ver: http://www.pedroarturoestradaz.blogspot.com/
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LOCUS SOLUS

I

Bienvenida, perfecta irrealidad,
dilución de la certeza en humos angélicos, espejismo,
claridad mutante hacia la tiniebla absoluta.
Bienvenida inconsistencia del tacto, visión dudosa
que nos salvas del dogma,
de creer que creemos.

Bienvenida, refracción íntima de la luz
en el núcleo seroso del cáncer que aniquila
la fe, el confiado vigor del músculo
y el impulso sensual.

Bienvenida, fatiga sabia
que creces y te adensas
tranquila en las arterias.

Amiga que das tiempo
después de todo al tiempo.


II

Ya que permites ir a ninguna parte y al centro
de la nebulosa donde sólo hay silencio.
Ya que dejas reinar en el sancta sanctorum del cuerpo
el vago sol de la náusea, ya que dejas morir sin ruido
ese animal voraz que dentellea bajo la piel: el amor
y todas sus crías deletéreas, ya que asfixias la rabia,
ya que pudres antes que alcancen a brillar
las peligrosas, ambiciosas ensoñaciones del cerebro,
ya que humillas la sangre con la mano invisible
que también agacha los jardines, ya que subes
por los dedos afianzando la música que perderá
los sentidos, ya que doblegas la primera mirada
que busca afuera la salida del laberinto, ya que
nada pueden, nada podemos ante ti,
contra ti,

no dejes libre entonces
ninguna fisura
ninguna herida olvidada

ningún pavor suelto.


MIENTRAS CIORAN ENMUDECE

I

En las cimas de la desesperación
también el silencio,
la ebriedad del silencio.

En las cimas de la lucidez
también la alegría
de no ser nada.

En las cimas de la soledad
también la risa,
la máscara de la risa.

En las cimas del vacío
la rotundidad de un cuerpo,
el deseo.

En las cimas del deseo
también la rotundidad
de su vacío.


II

Después no hay más que el suave balbuceo,
escuchar y callar,
no agregar nada,
no concluir nada.

Hay un momento de cruce,
un tranquilo y frágil instante de vencimiento íntimo.
Admisión de lo otro.
Dimisión serena del yo
bajo el sol frío de noviembre.

Hay una ocultación,
un apagamiento dulce
que nos salva (o nos pierde)

—al fin.


EL BANQUETE

Algún día la vida
será tan insípida como un vino aguado.
Algo viejo, algo rancio arruinará el banquete
de los soñadores venidos de todos los rincones.
El cansancio habrá invadido los ojos, las bocas,
las manos de los comensales, un ligero vértigo
aflojará los gestos. Nadie sin embargo
osará levantarse, permitirse la grosería
de un eructo, una arcada, ni siquiera una tos
o un carraspeo desatinado en mitad del silencio.

Y la tensión acumulada que sin remedio
hinchará los cuerpos hasta lo insoportable
reventará en la felicidad demente
por siglos mantenida a raya.

Se beberá del vino azul de un tiempo
disputado a las lágrimas, se hartará
la vida de la vida misma…

Pero los poetas, ah, los poetas
volverán a abrir las puertas
a las fieras.


NOCTURNO

Los pasos, el afuera, la noche,
la abierta extensión del misterio
en su profundidad misma.
La neta maravilla del cielo.

El estremecimiento siempre nuevo
del deseo y su súbito objeto,
la mano, el ojo, la lengua,
la voz que levanta esa palabra al aire.

Mas también
la boca de sombra que te nombra,
te habla en tu propio idioma
y te cuenta de lo otro,
te grita y te revela
el extraño que todavía eres.


REGRESO

Más acá del horror
hemos vuelto a mirarnos.

Traemos a casa un poco de luz sucia
recogida en la calle.
Abrimos una ventana
frente al vacío
como si fuese un jardín.

Tomamos el café,
leemos el periódico dominical
ignorando la hora en punto en que todo
comenzó a ladearse,

—a irse.


RECUENTO

Es el día a día
sin preguntas demasiado oscuras.
Sólo mínimas ceremonias,
minucias, salvadoras rutinas.

Y el sol sobre el cuerpo
como el oro más vivo,
como el único abrazo.

El aire que nos queda.
Sestear bajo los árboles finales
del parque rancio y sucio.

Leer bajo la desmemoria,
no mirar demasiado
ese pozo de sombra
que nos llama y crece
indetenible
bajo los pies

—y el silencio.


DÉJATE IR, DICEN

Voces del día insidiosas
otra vez te reclaman.
Giras también
y se diría el éxtasis,
la primera mañana,
el vibrante fulgor
de esa palabra.

Déjate llevar como un niño,
te susurra el ángel,
la voz del árbol cercano.

Déjate ir,
asciende también
dicen de arriba.

Pero tú resistes
aferrado al último hilo
de incertitud,

—insalvable.


LUGARES DEL CUERPO

Para Javier Naranjo

Ciego lugar
donde cada palabra desnuda
el doloroso resplandor del instante.

Donde tiembla
el infinito que no dice
mientras el cuerpo
deambula
entre orillas de luz
y sombra,

—silencioso.


CAMINANTES

Ni ruta ni señal ciertas:
Ir sólo adelante,
sin volver atrás
la cabeza,
porque tampoco queda
cabeza o apenas
una sombra,
un viento frío,
una hoguera
sobre los hombros
y los pasos atados
al miedo que se abre
—debajo.


OTRA VEZ LAS PALABRAS

Las mismas palabras,
animales de aire,
mordientes, ávidas,
escalando la nada.

Pero también aquellas
que todavía alumbran de noche
como doblones de pirata:

carnestolenda, lejanía, opalescencia,
vaguedad, deliquio,
marisma, albura.

Palabras
renacidas del polvo,
palabras abandonadas

—abandonándonos.

8 comentarios:

  1. Como seguidora de este blog, obviamente he leído todas las entrevistas realizadas por Rocio, pero, ésta en especial la encuentro como las mejores, sin menospreciar ninguna.Siento una profunda y sincera admiración por ambos: Arturo y Rocio,verdaderos amantes de la literatura y excelentes escritores poetas, de formación y trayectoria. Aprovecho para agradecerles, el enseñarme y hecho correcciones a mis textos desinteresadamente. Siempre los tengo presentes especialmente por la calidad humana.

    Gracias Rocio por esta entrevista a Pedro Arturo Estrada y el tema enfocado.

    Gracias Arturo por permitir conocerte un poco mas.

    Cariños a ambos.

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  2. Ah, Elsa, qué bella eres siempre. Tus palabras suscitan una gran emoción, una alegría sincera porque sabemos del alma que las dice. Si me he alejado un poco de los foros "no fue por falta de cariño" como dice el tango sino por física imposibilidad del organismo para cumplir como debía en estas lides...Gracias amiga querida, artista magnífica. Abrazos permanentes.

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  3. hermanita, creo que coincides conmigo que Pedro Arturo no podía estar ausente en este Salón, y qué mejor tema para traerlo a conversar y conocerlo a través de sus opiniones,

    aunque, en lo personal, opino que un@ conoce a los poetas/escritores en la oblicuidad de su pensamiento creativo...

    gracias, Elsa, por sumarte al encanto natural de Pedro Arturo, besos, Ro

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  4. Compadra, primero decirle que me gustan sus ensayos, segundo que este poeta me encanta es uno o el más sólido que he conocido a trvés de la web.
    Mis felicitaciones para ambos y un abrazo enorme.
    ingrid

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  5. compadra, tiene toda la razón, Pedro Arturo, es un excelente poeta colombiano,

    besitos, Ro

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  6. Dios santo, maestra Ingrid. No diga esas cosas por aquí que me hace sonrojar. Lo mismo tú, Ro. Por favor...Pero ustedes sí que son maravillosas como poetas y como amigas. Las quiero mucho. Abrazos.

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  7. Hola, la verdad me ha parecido maravillosa la entrevista, en especial la parte de que "el envidioso, un enamorado al revés..." o la mención de la tía criticona...
    Excelente.
    La envidia está lejos de ser erradicada, lo importante de ello es aprender a encaminar las acciones que pudiesen ser suscitadas por este sentimiento, porque en las acciones hay ambas posibilidades de obrar... Aunque en realidad hay tres opciones, la omisión, y las otras dos formas de obrar, que siguiendo con los juicios humanos, se pueden tomar como bueno y como malo.
    De hecho, la envidia es lo que mueve de alguna manera a la humanidad y es lo que incita a las personas al conocido "mejoramiento"...
    Felicidad para todos ustedes.
    Pedro un saludo especial para ti.

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  8. Gracias, gracias Scheflera, qué buen comentario. Que la envidia "mueve de alguna manera a la humanidad", sí que es cierto,(como muchas otras calamidades, diría el guasón, jajaja). Recibe un saludo cariñoso y felicidades.

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