El relato comienza con una descripción del protagonista "encerrado en el cuerpo", lo que sugiere una introspección o retirada de la realidad externa. Este encierro se vincula con el cansancio y la necesidad de refugio físico y espiritual. Los "brazos como callejones sin salida" y otras partes del cuerpo personificadas (hombros, cadera, ombligo) sugieren una sensación de estar atrapado o limitado, posiblemente como consecuencia de presiones sociales o políticas.
La realidad exterior se presenta como caótica, marcada por "huidas, migraciones, persecuciones, éxodos, holocaustos y guerras". Estos términos evocan un entorno hostil y conflictivo, contribuyendo a una sensación apocalíptica o de colapso social. La mención de "cercadores" y la referencia a intercambios de rehenes, control de información y emisión de órdenes desde intereses sugieren una manipulación y opresión por parte de fuerzas externas.
El protagonista toma la decisión de retraerse en su propio cuerpo, alejándose de opiniones, estadísticas, censos y compromisos sociales. Esto puede interpretarse como un acto de resistencia individual contra la presión de la sociedad y la política. La creación de un “cuerpo sin puertas ni ventanas” sugiere un deseo de protegerse de influencias externas y de mantener la autonomía.
A pesar de la retirada inicial, el protagonista decide salir a las "ciudades destruidas del sur del enclave" y lanzar piedras. Este acto simboliza la resistencia y la lucha contra la opresión. La mención de enfrentarse primero a los "opresores fundamentalistas" y luego al "invasor" indica una posición crítica hacia diferentes formas de autoritarismo y opresión.
En resumen, “Ocaso de la civilización” de Alfredo Lavergne, aborda
temas como la resistencia individual, la manipulación de la información, la
opresión política y la lucha por la libertad. La búsqueda de la paz a través de
la confrontación con los opresores sugiere una narrativa de redención y
transformación a través de la acción directa. Utiliza una rica simbología y
metáforas para explorar la relación entre el individuo y una realidad social
convulsa, subrayando la importancia de la autonomía y la lucha contra la
opresión.
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Encerrado en el cuerpo, por cansancio de los movimientos de sus pies,
de plegarias, de asedio, con brazos como callejones sin salida, hombros, cadera
y ombligo lugareños. Más allá, la gente, las cosas existían atrapadas en
huidas, migraciones, persecuciones, éxodos, holocaustos y guerras.
Pensó que si bien decidió retraerse, guarecerse en su cuerpo descalzo, debía ver qué pasaba con los cercadores, la vida y noticiarios. Más allá, alrededor, intercambian rehenes, controlan informaciones o dan órdenes desde intereses.
En ese cuerpo, sin puerta ni ventanas, creación del sitiado, para no ser incorporado a opiniones, estadísticas, censos, pasiones, explotación y compromisos de odiosidades; decidió pasar a ser real. Bebió sus heridas, miedos y salió a las ciudades destruidas del sur del enclave, a lanzar piedras. Primero a los opresores fundamentalistas que escapaban y luego al invasor, para firmar la paz.