sábado, 6 de abril de 2024

SANTO VIAJE de Marco Ravanales/ Chile

 

"Santo Viaje" es un poemario que invita a una reflexión profunda sobre la experiencia humana, la memoria, la identidad y la muerte. En la IV Parte, Epílogo, el poema se estructura como una serie de visiones o imágenes que el hablante anticipa ver después de su muerte, como si estuviera contemplando su vida en retrospectiva. A través de estas visiones, el poema aborda temas como la familia, el amor, la pérdida, la historia personal y colectiva, y la conexión con lo trascendental.

 

El título mismo del libro, "Santo Viaje", sugiere una connotación religiosa o espiritual, implicando que el viaje del individuo a través de la vida tiene una dimensión sagrada o transcendental. Esto se refuerza con las referencias a elementos religiosos como el Gólgota y la virgen lúbrica en la cama del hablante, que pueden interpretarse como símbolos de la lucha entre lo divino y lo terrenal en la existencia humana.

 

El poema comienza con una sensación de extrañeza y desconcierto ("Y me adivino allí no sé por qué"), lo que sugiere una sensación de asombro o incluso de temor ante la perspectiva de enfrentarse a la propia muerte. La visión que se presenta al hablante se describe como una "sinopsis terrible del viaje", lo que sugiere que la vida misma puede ser vista como una experiencia aterradora pero inevitablemente reveladora.

 

A lo largo del poema, el hablante anticipa ver una serie de imágenes que abarcan diferentes momentos de su vida, desde su infancia hasta su muerte. Estas imágenes son variadas y a menudo surrealistas, lo que sugiere la complejidad y la multiplicidad de la experiencia humana. Por ejemplo, se mencionan elementos familiares como la madre y el padre del hablante, así como figuras históricas como Pablo de Rokha. Estas imágenes se entrelazan con referencias a la naturaleza ("el mar expulsando los últimos regalos") y a la historia ("la multitud que baja llorando del Gólgota"), lo que sugiere una visión holística de la existencia humana como parte de un todo más amplio.

 

El poema culmina con una imagen poderosa: el hablante contempla su propio nacimiento desde arriba, como si estuviera viendo su vida desde una perspectiva trascendental. Esta imagen se combina con la idea de leer su epitafio en un "campo de olvido", lo que sugiere una reflexión final sobre la mortalidad y el legado que dejamos atrás. El término "aleph" al final del poema puede referirse al cuento de Jorge Luis Borges, donde el aleph representa un punto en el espacio que contiene todos los puntos del universo, lo que sugiere una idea de totalidad y conexión universal.

 

En resumen, "Santo Viaje" es un poemario profundamente reflexivo que aborda temas universales como la vida, la muerte, la memoria y la trascendencia. A través de una serie de imágenes evocadoras, la obra invita al lector a contemplar la complejidad y la belleza de la existencia humana en todas sus facetas.

 

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Y me adivino allí no sé por qué,

dueño de aquella visión -fulgurando múltiple frente a mí -,

como una sinopsis terrible del viaje;

 

Ya muerto veré por dentro

la torre de mis huesos,

un laúd enterrado y todas las sombras, 

veré a Berenice y en sus ojos la humedad eterna,

un reloj verdadero y un ritual maya.

Me veré en la antigua casa de mi madre y a ella escondida

tras una piedra azul,

los canales rebalsados y los hombres gimiendo bajo la

noche de Lota.

 

Veré la inextinguible luz de una ciudad,

una virgen lúbrica en mi cama y temblaré de nuevo,

el mar expulsando los últimos regalos y luego una horrible estampida.

Veré el avión que vi a los cinco años sobrevolando las parras,

a mi padre púber a galope pleno sobre una

extensión inmensa,

el abismo de Ana y en sus trenzas castañas a una niña

antes de sangrar.

 

Veré lo que nunca imaginé; ahí está la hermosa Magdalena sonriente

y la multitud que baja llorando del Gólgota.

Veré a Ernesto trazando un mapa interminable en la selva,

un espiral sin principio ni fin.

Veré peinarse al alba la mujer que amé y en otro cuarto durmiendo

el hijo que no tuvo conmigo.

A Pablo de Rokha bajo una lluvia de pájaros,

una escuela vacía, una estatua de sal, y cientos de cuerpos

abandonados en la arena.

 

Veré también mi nacimiento desde arriba, hasta ser aquí

donde me veo ahora, y allí lejos

leyendo una tarde mi epitafio en un campo de olvido;

-pasmado y solo -, frente a mi propio aleph.




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